lunes, 28 de enero de 2013

C


C

Que las lanzas 
atraviesen los truenos
de la discordia,
que se claven en nuestros torsos,
con la dulce caricia
de un corazón poeta,
insuflando en el vacío yacente
la paz antes extinta,
siempre extrañada...

Que sea la voz del alma
la que marque las reglas,
con inocente generosidad
luciendo una mirada paciente,
reluciente como la que borda 
la madre naturaleza,
que en su regazo nos sostiene,
siempre dada a mirar el polvo
de vidas pasadas...

El tiempo clama,
la sangre se oscurece,
el odio arde
con el propósito de la venganza,
así se repite en los rostros exhaustos 
de guerras esforzándose por recuperar,
la paz olvidada en el tiempo,
el fruto siempre anhelado
de quienes dispuestos se entregan,
a la renuncia de la violencia,
que siembra el odio y el rencor 
en las pisadas del recuerdo.

un paso es suficiente para hallar alivio,
una mirada al futuro para renacer 
en la utopía de la esperanza.

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