martes, 19 de junio de 2012



LXV


Una pluma caída del alma,
Transparencia dorada de un ángel
Sin esperanza,
Alas que despojan la fe santa,
Resplandecen en el infinito
Cada vez más cercano.

Alas ceniza,
De cielos lúgubres,
Alas infinitas,
De auroras olvidadas,
Siempre extintas al recuerdo,
Siempre presentes
Al miedo y la agonía,
Alzando su oscuridad
Allá dónde los cielos no tienen fin.

Pluma nocturna,
Que revelas los miedos,
Manto de los cielos,
Que guardas los secretos,
Llanto de las sombras,
Que enmudeces al consuelo,
Santo grial de la paz eterna,
En ti se esconde el último llanto,
En ti reside el último suspiro,
En ti se oscurece la última mirada,
Llena de amor y temor,
Albergando en ti los sueños perdidos,
Dejas caer tu capa y extiendes las alas,
A la noche perpetua del olvido.

Honras a la memoria,
Despojas al inválido de ataduras,
Renuevas las fuerzas,
En un último esfuerzo en la penuria,
Y contigo alza el vuelo
El alma que en ti reside,
Tras un beso al sol bajo la mirada
De una luna apagada,
Cuyo semblante triste,
Recuerda las mil noches pasadas,
Las mil estrellas contadas,
Con sus sueños y sus fantasías,
En un alma soñadora
Que lucha por seguir volando
Levantando  el polvo del recuerdo,
Elevando sus alas a la luz del sol,
A la luz de su mirada de sonrisa cálida,
En su último vuelo, vuelca su beso prometido.

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