domingo, 16 de junio de 2013

AGORERO






Luna tu siempre luces vestida de gala, y es bajo las amargas lagrimas del cielo,
Cuanto te vistes de luto y atraes el presagio oscuro a estas almas que se rinden al infortunio…

No ansiamos conocer el futuro si el presente esta lleno de piedras que enardecen nuestro espíritu y entorpecen nuestros pasos, que se rigen en la voluntad de seguir adelante.

Pero siempre débil y mártir el alma retrocede a repetirse en los fatídicos momentos que mellaron esa fuerza con la que  nos levantamos siempre resueltos a seguir, cada paso es un adelanto nos decimos, pero y si caminamos sin ver, sin saber hacia donde nos dirigimos vamos como ovejas a un matadero.

Es triste se dice, pero son tantos los que viven en ese sin vivir en que la esperanza ya no tiene razón de ser en sus existencias, que es mas fácil predecir y aceptar el mal por llegar que el éxito en toda hazaña.

Viento siempre dando su bofetada cuando ya nada esperamos, atrayendo cambios e incluso aliviando el pesado calor, que nuestras conciencias recriminan en ese sofocante lenguaje que augura a mayores males, solo por no admitir un golpe de suerte.

La lengua se enardece en la sequía de placeres, en tierras áridas nada se contempla como temporal, llanamente unos se echa al polvo y forma parte de la podredumbre, sin contemplarse a si mismo ni aspirar a un bien que supere las expectativas.

Toda ave extiende sus alas al cielo y muchas sus garras clavan a la tierra escarbando en busca de minucias, temiendo al mundo, buscando los males que le rodean, recalcando el sufrimiento y languideciendo en sus brazos.

Uno se viste como la santa muerte el día que la ve como guía y razón de su existencia, nada mas ni nada menos, uno se convierte en profeta del fin de la existencia, siempre recalquemos que la mayor existencia de estas sombras es la de si mismo y aquello en lo que cree o valora.

Las semillas siempre han de ser razón de dicha, pero se han de regar con voluntad y amor para que crezcan sanas, si su protector se decanta por olvidar su propósito y abandona a su suerte el fruto que de estas puede surgir, malograra en su dejadez un futuro prometedor, nunca se ha de dar por perdida una posibilidad, siempre se ha de buscar una manera, el rendirse es abandonarse a la nada.


No escuchemos a la voz de la negación, esa que nace y crece en los días oscuros de la desdicha, ese agorero que en nuestro interior siempre yace, pero de nosotros depende dejarle el control, nuestro camino es aquel que nosotros marquemos.

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