sábado, 14 de abril de 2012

CONTINUACION DE MI DESCONOCIDA

TIARA


El tabernero salió de las sombras del almacén, tras de si se discernía una luz, conforme se acercaba se discernía el marco de la puerta que daba  a la cocina, el olor a fritura llegaba hasta el coche, el hombre con un paño en las manos se acercaba, en vez directo a la puerta del conductor como yo me esperaba, se dirigió a la parte trasera, comprobó que la persiana estuviera bien cerrada, una suya resonó en ella, seguida de un par de maldiciones y un ligero chirrido en el que se confirmaba el cierre completo de la persiana, parece que le faltaba engrasar o eso pude entender mientras protestaba del mal cierre de ésta. Tras mirar un instante nuestro coche, abrió el maletero sacando directamente la silla de ruedas, la llevó hasta donde yo me encontraba en el interior y la desplegó con suma facilidad ante mi, tras unos segundos comprobando la fiabilidad de ésta, se volvió hacia mí, abrió mi puerta y se acercó extendiendo sus brazos a mi, era como ver a un padre acogiendo a su hijo tiernamente. Edmundo es muy fuerte, en ocasiones me recordaba a un gladiador desaliñado, e incluso a un fornido leñador, en especial cuando iba con ese paño a las manos y andaba con su balanceo de macho… Casi todas las mujeres de la zona se volvían locas al verlo desfilar en los bailes con su traje y camisa abierta, esos momentos eran para mi como ver una novela de envidias y lujuria, solo tenia que ver como se les salía los ojos de las cuencas o babeaban sin darse cuenta.


Tras la barra parecía otra persona, una vez las tareas del negocio familiar no lo retenían y se quitaba ése aura de apelmazamiento, era como ver resurgir la virilidad y la tentación de un Dios griego deseado por simples mortales, eso si era digno de ver cuando sucedía, desde luego siempre fue mi espectáculo favorito, no por su belleza mas bien por la reacción femenina del lugar.


Sintiéndome algo incomoda, me dejé cargar hasta la silla, mi abuela seguía al lado de Melissa, con la mirada tomaba nota de todo cuanto sucedía a nuestro alrededor, su amiga la madre del Dios griego, Sofía, las acompañaba intercambiando palabras en voz baja, Sofía asentía algo tosca, de vez en cuando su bastón golpeaba el suelo, durante un par de minutos retiró su mirada de mi abuela y su atención se dirigió al coche, observó con detenimiento la capota abollada, ahora que yo lo podía mirar desde otro ángulo me sorprendía la suerte que hemos tenido, el motor parecía intacto y funcionaba perfectamente, en mi opinión era algo imposible ya que pensé que alguna pieza se abría desplazado o dañado y no parecía el caso…


La voz algo ronca de Sofía, se escuchó apenas en una plegaria de agradecimiento a los cielos, antes de sorprendernos con su revelación.


Menos mal que pedí que reforzaran el subesqueleto del vehículo, por las granizadas en épocas de bajas temperaturas, muchos han tenido que sustituir los propios por lo mismo, y pensé que no os vendría mal, por suerte ha servido para algo más.


Todas la miramos, ella encargó unas modificaciones al coche de mi madre, esa frase resonaba en mi mente sin comprensión alguna.
Me explico, ya que a Tiara le esta costando comprender; (eso viene a mi expresión, por que la mujer no puedo ocultar una sonrisa entre divertida y picara), cuando se jubiló el primer medico de la isla, el agradecimiento fue tal entre mis padres y el resto de los ciudadanos, que entre todos le regalaron una placa en el antiguo consultorio, yo y tu abuela éramos unas niñas entonces, con el siguiente todos acordaron un viaje antes de que supiera que se le pidió un sustituto, para cuando regresó y encontrarse que se le estaba dando puerta del lugar, bueno sus palabras no fueron dignas de recordar, ¿verdad Diana?, (mi abuela asentía algo divertida por su recuerdo, sin desviar su mirada de su pareja), con el anterior, ya que perdimos el consultorio tras una guerra y un incendio, la comunidad le concedimos la parcela en donde hoy reside el actual medico de Claustrom, no es ningún secreto que sea alguien desagradable para los presentes y la mayoría de la población,  además la parcela estaba destinada para un consultorio y no su lugar de residencia.


Mientras Sofía tomaba aire para seguir el hilo de sus pensamientos, mi abuela la interrumpió siguiendo con parte del conocimiento de la historia del lugar.


Igual que la biblioteca, fue trasladada al claustro y antiguo convento, en donde nuestros padres se casaron de jóvenes y nos contaban que la iglesia siempre estaba llena de religiosas de hábito y con sus rosarios en las manos orando mientras se celebraban los enlaces; desde la guerra en la que las religiosas fueron trasladadas y abandonado y seguidamente expropiado, no tuvo uso alguno y nos ocupamos entre todos de adquirir sus escrituras y propiedad en nombre del municipio, se aireó y restauró, con el tiempo se ha convertido en una parte de nuestro orgullo patrimonial.


Al conocer los dotes de nuestra Melissa, reconocer su buen hacer y el afecto y la integración que se ha ganado desde su llegada, que no viene a colación, fue nuestro deseo obsequiarle con todo nuestro agradecimiento, supimos que buscaba un vehículo mejor acondicionado para emergencias, al estar en una isla dependemos de una central de telefonía en la isla y bueno ésta reside en el mismo cuartel para casos de emergencia, estando a la taberna nos enteramos ya que el guardia de turno nos comento la buena nueva, así que tras meditarlo pedí algunos datos y solicité hacerme cargo del pago y de paso que reforzaran a conciencia el coche, es decir la factura esta cubierta, así como que el seguro se ocupará de los desperfectos, también tiene los cristales de seguridad. Al saber del ataque no pude dejar de santiguarme y sentirme aliviada por que no estuvierais heridas.


A Melissa se le saltaban las lágrimas, mi abuela la cogia de la mano a la vez que a Sofía, se sentía agradecida a su gesto, gracias al cual nos encontrábamos bien, el aprecio y la generosidad demostrada por el pueblo y ella nos tenía emocionadas. Desconocía muchos detalles y muchas historias de la adolescencia de esas dos y del pueblo entero en aquella época oscura de la guerra, la mayoría de la gente mayor del lugar en aquél entonces no eran más que críos, era increíble pensar en la cantidad de historias que podían guardar entre todos e incluso secretos de un entonces que muchos ya dejaron atrás al llegar nuevos tiempos.


Con la explicación de Sofía tampoco se aclaraba tanto secretismo, algo se me hacía muy sospechoso, sobretodo intrigante y mi curiosidad aumentaba con cada gesto casi imperceptible,  las circunstancias no acompañaban en esos momentos, y recordando un dicho de mi abuela, “la bebida siempre suelta la lengua y la confianza”, en otras me soltaba, “al lado de una botella de vino todo sabe mas confiado” lo que siempre me hacia sonreír pensando en la complicidad y la alegría que uno compartía cuando andaba chispado, eran momentos que siempre dejaban un camino abierto a indagar sin causar cautela, en ese punto debía decir, bendito sea el alcohol.


Escuchar el como nos vimos protegidas por un bien inesperado, nos dejo un rato fuera de contexto a todas, tardamos un rato en asumir y quedar conformes con la explicación dada, decidimos entrar al local con el resto de parroquianos y dejar el almacén iluminado por un par de bombillas que parpadeaban avisando de fundirse cualquier día, al llegar a la escalera caemos en la cuenta que no puedo subir con mi silla y eso significa que me tienen que alzar en brazos y cargar hasta el interior, no hay rampa y la puerta es estrecha para la silla si la hubiera, las miradas pasan a tres puntos de comprensión, la puerta, mi silla y el Dios griego, estaba claro que todas pensaban en una misma cosa, es decir el espectáculo y diversión, para todos los presentes al local, lo que atraería una semana de chistes y bromas… Mi abuela mirándome se echa a reír, no creo que mi rostro exprese conformidad o dicha, de seguro que el disgusto es patente, no me atrae para nada entrar en brazos por la puerta como una novia recién casada, espero que no saquen una toquilla para colmar la broma…


Apenas lo imagino ya me alzan en brazos, mientras me suben por la escalera escucho como hacen subir a Melissa, el sonido de fondo de un aire acondicionado amortigua sus voces además del plegado de la silla.


Al cruzar el marco de la puerta un olor a especias inunda mis fosas nasales, mareándome, en dos pasos del gigante que me carga o puede que tres ya estamos en la estancia principal, en cuanto nos ven un silencio sepulcral y al pasar la primera impresión todos estallan en aplausos y jocosos comentarios, “así se hace”, “viva la novia”, “que se besen”…


Edmundo ni se inmuta, da dos pasos más hasta la barra y un flash nos sorprende, un momento inmortalizado y los vítores siguen resonando entre risas, miro al cielo como pidiendo auxilio la vez que deseo ser tragada por la tierra, con esa foto que inmortaliza este momento no lo van a olvidar en la vida, un recuerdo así va a ser insuperable, al pensar en el concepto de recuerdo, me viene a la mente Estela, en el pasado que compartimos, en su padre, caigo en la cuenta en detalles que no me paré a pensar antes, mientras Edmundo se ocupa de la barra y no un sobrino que viene a suplir algunos horarios, Jacobo suele evitar entrar y si lo hace no se atreve a sobrepasarse, quizás sea la preocupación por su madre y la agresividad de éste desgraciado, lo que le retiene aquí, ya que no parece que la vida como tabernero le emocione en sí, seria algo muy loable por su parte, y para mi un gran alivio saber que no veré a Jacobo por aquí estando él al cargo.


Mi mente abarcó una nueva expectativa de la situación o mi futuro, pensando en como desencajaba aquí Edmundo, me pregunté si Selena no buscaría un lugar en donde encajar, si marcharía de ésta isla huyendo por que también se asfixiaría aquí, en un pasado era yo la que deseaba huir y no lo hacia por tener a mi abuela, solo pensaba en liberarme y lo veía como una cárcel, si ella pensara así, yo tendría mucho que considerar, es cierto que ahora descubría el aprecio que en verdad me tenían y eso cambiaba mucho mi modo de ver las cosas, ahora me preguntaba si podría marcharme y ya no le daba el mismo valor, en parte eso me preocupaba, por que significaba que ya no me importaba quedarme. Luego considere que si ella encontraba a alguien, si tendría fuerzas para renunciar a ella, ese detalle me llenó de dolor y el pecho se me contrajo mientras las lagrimas se agolpaban a los ojos y éstos me ardían.


Ahora era consciente que el perder a Estela no me causó el mismo daño que el echo de perder a Selena, en un pasado sufrí y me conformé a no tenerla, ahora me superaba el verme indefensa con un sentimiento tan puro que me llenaba y la vez me laceraba como una espada al pensar en su rechazo, ese sentimiento era algo mas que amor, era miedo.


Mis pensamientos me tenían tan distraída y sumida en mi mundo aparte, que al escuchar las risas y fijarme, pude comprobar que ya corría varias jarras de cerveza por la mesa, mientras o seguía con la primera. Sofía disfrutaba de ver a mi abuela después de un tiempo casi sin verse, parece que la bebida había conseguido relajar a Melissa, el estado de conmoción había pasado, Edmundo iba de aquí para allá sirviendo y recogiendo, un gesto furtivo llamó mi atención en una de ésas ocasiones, recogía la mesa que los guardias usaron unos cinco minutos antes para unos cafés antes de seguir con sus guardias y así conversar un poco con los parroquianos, en un gesto rápido se guardaba algo, al volver hacia la barra lo dejó caer en las faldas de su madre mientras recogía una jarra vacía de nuestra mesa, hice un esfuerzo por que no me descubrieran observando, la cabo de unos minutos se la pasó a mi abuela con una mirada llena de significado y complicidad, sentí que era mi oportunidad, ella metió la nota bajo la servilleta y se la acercaba a la cara disimulando, estiré mi manos en ese instante sin mirarlas y se la arrebaté de los dedos, ella grito sobresaltada, no fue un gesto que llamara la atención pues ya hacia rato que entre risas y bromas alguno que otro se le escapaba, las miraba a ambas mientras sostenía el papel, sintiéndome triunfante al tenerlas descubiertas, las desafiaba en silencio y esperaba alguna respuesta, al cabo de unos segundos el local se sumió en silencio y las miradas se centraban en mi persona….


No me amilané, miré directamente a mi abuela.


-Abuela, cuéntame todo, actuar como si fueras una espía en un lugar tan pequeño resulta muy llamativo, con conversaciones inconclusas, miradas con un significado desconocido, además de la complicidad constante y las notas, además siempre con los de tu quinta como tu los llamabas, no es la primera vez, asi que se acabó tanto secretismo.


Diana, ¿todavía no le explicaste?


No, Sofía, quise esperar a que eligiera su futuro, sabia que ella no deseaba quedarse aquí, no quise cargarla con este tipo de responsabilidad, luego pasaron muchas cosas y nunca le conté nada.




Ya va siendo hora vieja amiga, no la puedes tener a ciegas siempre.


Lo sé.




Empieza, lo que falte o necesites aquí estoy.


Gracias.


Ella seguía con la mirada perdida en la mesa, ya habían pasado cinco minutos y con sus manos entrelazadas  sobre la superficie de madera, no se atrevía a mirarme, le era difícil encontrar las palabras, así lo percibía yo, su voz resonó en el silencio en un tono ausente, la gente se había alejado y permanecía todavía callada, algo titubeante comenzó una historia que sonaba mas como un recuerdo que más bien no quería recordar.


“ Ya hace tanto tiempo que creyeron que el ejercito invasor destrozó el patrimonio de esta isla y saquearon cuanto poseíamos, además de nuestro espíritu, al estar aislados tardaron en devolvernos la libertad, estuvimos dos años a merced del enemigo, en ese tiempo quemaron varios edificios y descubrimos que el medico no era de confianza, resulto ser un vil traidor y ninguno acudíamos a pedirle ayuda, algunos cayeron por la enfermedad y entre nosotras descubrimos una partera, es decir Sofía, la gente acudía como si tal cosa a la taberna, su padre avisaba a Sofía y esta salía en la noche con alguno haciendo de acompañante para que llegara bien a su casa por que iba ebrio, siempre al lado de donde una mujer estaba de parto y allí acudía ella y ayudaba a traer al mundo al recién nacido, yo resulté ser buena aprendiendo contraseñas y descifrando y bueno bajo  la iglesia había unas catacumbas, en ellas se extendió un cableado que se uniera al del enemigo y recibir a su vez los comunicados  y ordenes, así supimos como iba la guerra y lo que nos esperaba, poco apoco urdimos un plan  para salvar todo cuanto  poseímos, ya que lo guardaron en la antigua clínica, todos los tesoros de la iglesia y la población estaban allí, lo que desconocía el medico es que en el sótano había una entrada secreta a un refugio en caso de emergencia y al cual no pudimos acceder al ser invadidos por sorpresa, llegaban ordenes de abandonar a sus tropas nuestra isla y llevarse todo, así que fuimos en la noche los jóvenes allí, como cinco ángeles caídos, éramos muy jóvenes para sopesar lo que cargaríamos una vida entera, nunca nos arrepentimos pero jamás pudimos olvidar lo que hicimos y vimos, ese hombre mantuvo a dos de las mas jóvenes encadenadas al sótano, las creímos  desaparecidas y muertas por causas de la guerra, no que nuestro medico fuera un depravado sexual, y por otro lado supimos que experimentaba con ellas científicamente e incluso con los cadáveres de nuestros allegados tras fallecer, muchas familias fueron fusiladas más por sus riquezas y posesiones que por traición o rebeldes en acción, por supuesto la avaricia y poder era el bien mayor de los que ocupaban zonas enemigas, por desgracia las dos muchachas estaban en sus ultimas, apenas les quedaba un suspiro de vida cuando llegamos, una de ellas enloquecida y la otra con la suficiente lucidez nos relato todo cuanto supo pidiendo justicia y venganza, la liberamos y sacamos de la casa ocultándola a la vista de ojos ajenos que nos delatara, tras eso ocultamos en el refugio todo, el medico seguía bebiendo al retén de vigilancia, así que nos sobro tiempo y no tuvimos ningún problema en prender fuego a lo más alto de la casa, soltamos a la otra e intentamos dominarla, escapó al interior cuando ya nos fue imposible rescatarla, huimos llevando con nosotras a la moribunda que tras ocultarla al almacén y concederle el santo sacramento falleció en paz. Todos acudimos dolidos al ver como había pasado sus últimos días Elena y Sonia, su tía no se separó del cuerpo de Elena hasta que tras el incendio lo enterramos, las tropas ya se preparaban para zarpar y abandonar su posición, el médico nunca sospechó lo que se le venía encima, esa misma mañana cuando zarparon y el bebía colérico por la perdida de la clínica  y todo cuanto había reunido en ésta, más su trabajo científico, la investigación con la cual las había torturado y profanado a nuestros seres queridos. No pensó que fuera descubierto y mientras los hombres se aseguraban que no quedaba ningún enemigo, las mujeres le rodeamos y bueno se le castigo de todas las maneras posibles y dolorosas hasta llegar la noche en el que le degollé delante del acantilado, el mismo por el que zarparon las tropas enemigas, ya que los nuestros habían cercado a los suyos y alejado dejándolos desprotegidos y sin refuerzos, sólo les quedaba marchar o ser prendidos, así rezaba el comunicado que recibieron esa misma noche en que incendiamos la clínica, el cuerpo del medico lo atamos a una soga con una roca  y así lo sumergimos en las aguas, no deseamos darle sepultura al lado de los nuestros, tampoco creímos que alguien así lo mereciera o tuviera derecho, dudo mucho que San Pedro le dejará pasar con las almas puras y de buena voluntad.”


Tras este relato, ella guardó silencio, a todos les conmocionó escucharla relatar recuerdos tan dolorosos, momentos tan difíciles que me cuesta creer que no les tocara la cordura entonces, también pensé en la gran fuerza de voluntad que todos poseían y ante todo lo unidos que se habían mantenido siempre sin olvidar quienes fueron y como siguieron desde entonces, reconociendo los pros y contras sin dejar de seguir adelante. Un carraspeo me indicó que ella se preparaba a continuar con su relato.


“En aquellos días nadie pensó más en lo que ocultamos al refugio, simplemente nos pareció que ahí estaba bien y ningún peligro correría, por lo tanto toda la guerra y la renovación del civismo y el gobierno siguió ahí, tras renovar el convento y acondicionarlo para que sirviera como biblioteca y algún que otro menester, decidimos trasladar a las catacumbas todo lo que allí en un pasado se protegió y usarlo para el bien común, la mayoría de lo que ahí se retenía preteñía a familias que ya no residían entre los vivos, así que antes de otorgarle tales posesiones al gobierno, lo guardamos para el bien del pueblo, ya que el mismo pueblo sufrimos por su valor y el egoísmo de otros, los jóvenes nos reunimos entonces y creamos una especie de guardia entorno a los nuestros, para protegernos de individuos como el médico, para ayudarnos entre si como en un pasado y guardar en nuestro silencio el sacrificio de aquel entonces que hoy en día los jóvenes ya no dan la misma importancia ya que piensan que son tiempos pasados, nos hicimos llamar los faroleros, ya que el faro nos sirvió en mas de una ocasión como lugar de reunión y refugio, al estar apartado también nos permitió defendernos cuando alguno se ocultaba en una fuga de ser fusilado… yo misma por ejemplo.”


Otra vez calló y la mirada de Sofía caía sobre mi con decisión, dejando asomar un colgante de plata con forma de faro, igual al nuestro, este difería en llevar grabado un año en su superficie, el año en que todo ese infierno terminó, conocía el tiempo de ocupación de las tropas enemigas, que muchos murieron pues muy seguido se contaba sobre las perdidas cuando los mas mayores les lloraban bajo algunas cervezas de más.


Mi hijo Edmundo me sustituirá en guardar lo que tantas lagrimas nos ha causado, y se usara para ir devolviendo la felicidad a estas tierras, por ejemplo, Jacobo es hijo de un militante de los que nos ocuparon, él no nació en la isla, su madre fue llevada por el militante, cuando dio a luz, ya estaba muy lejos y le fue imposible volver hasta que el niño tuvo unos años, para entonces toda la agresividad y malos perjuicios ya fueron inculcados al muchacho, nada se pudo hacer cuando regresaron, por cambiarle, es el estigma que nos ha quedado como herencia de aquel entonces, mi hijo fue marine hasta que en un simulacro algo salió mal y perdió parte del oído e incluso la vista de un ojo, lo consideraron inútil para seguir en sus líneas y lo licenciaron, desde entonces sigue aquí y forma parte de los faroleros como un guardián y protector, lo que tu abuela desea es que tu aceptes su lugar entre nuestros descendientes y así podamos respirar en paz.


Mis ojos seguían puestos en mi abuela, que se deshacía en lágrimas y caí en la cuenta de un día que ella me contaba una historia de su infantaza, las dos niñas que la acompañaban eran sus primas y se escaparon al faro a demostrar que no había fantasmas en lo alto, se llamaban Elena y Sonia, las mismas que fueron torturadas por el medico…

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