lunes, 22 de agosto de 2011

XXVII

XXVII

El sufrimiento te seguía
Como sombra fiel de tu vida,
Eras esclava del odio,
Día tras día tu espíritu
Era lacerado.

Sin alma, si fuerza,
Sin voz ni palabra,
Tu dueño te tenía.

Tu conciencia te maldecía,
Por no luchar contra tu injusticia,
Tu cobardía te encadenaba
A Cervero dueño y señor de las tinieblas.

Respirabas azufre en tu tormento,
Tu cuerpo ardía en su infierno,
Tu alma entre torturas
Suplicaba al viento.

Todos te evitaban cuan peste fueres,
Todos observaban sin valor en la sangre…

Como una criatura indigna te considerabas,
La piedad no merecías,
Y la absolución de tus pecados no te concedía,
¿Porqué pecado se te juzgaba?,
Te preguntabas y por tu ignorancia seguías vagando.

Mujer tuviste que nacer,
Para ser juzgada como un mal,
Para que tu espíritu fuera mellado
Sin compasión,
Por la fuerza bruta del varón.

El que creé ser dios,
Y no es mas que un pobre infeliz
Que no tiene educación,
Que no valora ni la vida ni el amor.

No te pienses condenada de por vida,
Ni una mártir aún viva,
En pie te  tienes
Sin falta de apoyo caminas,
Pues no desvanezcas en tu camino,
No estarás sola.

Escucha la voz de tu conciencia,
No provoque s tu sordera,
Mira a tu espalda y recapacita
No te lo mereces lo sabes…

Un sendero florida te espera
Una primavera nueva resurge,
En ese corazón abatido.

Por mil puñaladas que recibiste,
Diez mil alegrías  te mereces,
Tienes un regalo en esta vida,
La compasión de los que te quieren
Bendito será ése amor
Que de ésa celda te libera,
Dale alas a tu voz
Con ensalmos de gloria y dicha,
Pues no hallaras un don mayor
Que la de ser querida….

La paz te llegó
Un ángel del cielo te rozó
Proclamándose tu protector,
Con su manto cubrió tus heridas
Por milagro fueron sanadas.

Tu mirada se alzó con devoción renovada,
Y proclamaste semejante don,
Como una bendición del cielo,
Maravilla del señor.

Volviste tu rostro al viento
Y dejaste que se llevara
Las penurias,
Que en un pasado viviste
Y en sueños te acosaban.

En el olvido quedará todo,
Un nuevo mundo se extiende
Como por arte de magia
Ante tu persona.

Sientes fluir la melodía
Por un cuerpo que renace,
Buscando su futuro
En este nuevo viaje
Que te aguarda.

No decaigas en el camino,
Ya nada te ata,
Sonríe sin descanso
Disfruta del nuevo fruto
Que en tu seno crece.

La ilusión te embarga,
Ante la nueva vida que viene,
Tu esperanza renace a cada día que pasa,
Una fuerza nueva descubres
En tu persona,
El poder proteger a ese tesoro
Que ya amas.

En tus brazos lo acunas
Repleta de gozo lo miras,
Que criatura más linda
Ha llegado a tu vida.

Lo proteges de todo mal
Con la condición de ser su guardián,
Más con regocijo sonríes
Por ése afecto sin igual,
Que desborda en tu pecho
Ése cáliz que rebosa de paz y amor,
Por aquel que es sangre de tu sangre.

El tiempo no pasa en vano,
Dándote nuevas experiencias,
En su compañía descubriste
La pasión infinita,
Que como lava te consumía…

Gozaste del pecado terrenal,
Que hombre y mujer compartían,
Te sentiste volar en sus brazos
Para aterrizar con dulzura.

Mujer como decirte,
La voz del deseo te seduce,
Encamina tu lujuria
Ensalza tu alma a la gloria,
Y te entregas sin demora.

La inocencia pasó,
Con sus sueños de infantaza,
El amor enlazado a la pasión
Te cubrió de dones,
Recorrió ése largo camino
En tu compañía como fiel amante,
Jamás te sentiste sola,
Miraste al frente y caminaste.

Con orgullo tomaste
Aquello que jamás soñaste,
El descanso que la edad otorga
Y la sabiduría que la sedienta busca.

Ya bendices a cuanto te rodea
Con el conocimiento que atesoras,
Tu voz resuena desde la lejanía
Como de un fantasma se tratase,
Historias del pasado que ya nadie recuerda.

Fructífero fue el sendero que ahora tú bendices,
Dando valor a tus palabras con orgullo y sentimiento,
No abandonas la lucha de mostrar la belleza encontrada,
Más nunca soñaste de viajar por tierras remotas,
Descubrir los paraísos perdidos que la opresión te prohibía,
Por no saber que tenías más opciones en esta vida.

Con adoración yo te entrego
Mi secreto más preciado,
Mi respeto y devoción,
Por no haber abandonado,
Pues perdida te sentiste
Y la esperanza no perdiste
Y en tu mano la luz hallaste…



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