jueves, 25 de agosto de 2011

LXVI

LXVI

No se si existo, o si debo hacerlo,
No se si pienso si vale la pena hacerlo,
Si debería entregarme al suspiro de la muerte,
Si ella me aceptaría con su amabilidad,
Ofreciéndome el descanso añorado,
La paz ansiada y el olvido eterno.
Luchar ya es inútil,
Desear efímero,
Y con todo una cobarde.
Huyo de mi misma,
Lo que siento oprime mi alma,
Lo que provoco, destroza mi entereza,
Dolor es lo que provoco,
Con solo mi existencia.
Solo hay que mirar a los ojos,
Y las puertas del alma se abrirás a mi,
Para asomarme y sucumbir a la oscuridad
Que reina allí.
No debo de estar a tu lado,
Tu espíritu mancillé,
Con las dudas y el miedo,
Mi silencio atrajo,
Matando así la fe que tenías en mi.
Déjame que vaya,
Que la muerte me tome,
Que de su mano yo camine,
Y que el futuro mande.
Mi vida ya no vale,
Si con ella el sufrimiento atraigo,
Yo te la entrego en la esperanza,
Que todo el mal ahuyente.
Adiós a mi alma,
Adiós corazón,
No desfallezcas en desconsolación,
Mi amor se quedo,
Con tu corazón,
Escúchalo con atención,
No hubo traición ni deseo de ello,
Vive en paz y con resignación,
No pudo ser ya se acabo,
Y que el mundo me olvide
Por favor.

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