jueves, 25 de agosto de 2011

LXIX

LXIX

Pensamientos cómplices,
Deseos impronunciables,
Mi destino es amarte hasta la perdición,
El infierno me espera pues maldita yo soy,
Amo impuramente destruyendo mi criterio,
Inocencia que yo marchito,
Con mis pensamientos pervertidos,
Deseos inconfesables,
En este tiempo de desdicha.
Esa felicidad me da fuerza en mi aflicción
Por su persona perdí mi rumbo en esta vida,
Esa entrega me lastima en la fe de regocijarla,
Su felicidad es la meta de tanta pasión enjaulada,
Por una determinación perpetua de jamás dañarla,
Ella es mi ángel, mi tesoro escondido,
Ella es el secreto que mi alma guarda.
Mi desdicha no es castigo si ella sonríe,
Mi tristeza no me pesa cuando ella me mira,
No hay pecado cuando me dice te amo,
No siento remordimiento cuando la correspondo,
A los vientos gritaría todo lo que siento,
Si con ello lograra tenerla a mi lado,
La distancia es un castigo del destino,
El tiempo una prueba de amor,
Dime mi vida, mi corazón,
Si lucharías por nuestro amor,
Amor mío, yo me rindo ante tu corazón,
Lucho por un futuro,
La bendición sin restricción,
Y si existe incomprensión en este mundo,
Yo no existo en sumisión,
Te amo, en todas sus formas,
Te respeto sin condición,
Si mi lucha es en vano,
No me abandones sin un beso mi amor.



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